Fue en 1685, que Johannes Didato abrió en Viena el primer "Kaffeehaus", y cuando Georg Franz Kolschitzky, mercader polaco que comerciaba en Austria el  café de origen turco, encontró la formula tràs numerosos experimentos,  para hacer el café, con leche y azucar. 
Desde  1876, el Café Central de Viena es toda una institución, los  intelectuales, periodistas, escritores, cientificos y politicos se  citaban en él, con el fin de intercambiar sus ideas (tertùlias). 
Siegmund Freud iba de vez en cuando, Peter Altenberg (célebre poeta y escritor) tenia su salon.
En  1913, el Café Central ponia a la disposición de sus clientes unos 250  periódicos y revistas procedentes de todas las provincias austriacas y  de toda Europa, a veces se encontraban publicaciónes que no existian en  las Bibliotécas Universitarias.
Al Café acudian muchos aficionados al Ajedrez, de ahi su nombre jocoso de "Universidad del ajedrez". 
En  1917 cuando el ministro de asuntos exteriores de Austria, Heinrich  Clam-Martinic, al ser preguntado por la posibilidad de que estallase la  revolución en Rusia, afirmó: "¿Y quién se supone que  va a hacer la revolución? ¿Quizá el Sr. Bronstein desde el Café  Central?" Clam-Martinic se refería a Léon Trotsky, cuyo apellido real  era Bronstein; Trotsky vivió en Viena como emigrante desde octubre de  1907 hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, era un asiduo del  Central, donde solía jugar al ajedrez.
Durante  la Segunda Guerra Mundial el Café fue parcialment destruido , fue  cerrado en 1943, el local lo utilizaron como almacen, como terreno de  baloncesto, años màs tarde la ciudad decidio restaurarlo.
En 1986 lo renovaron, la decoración es impresionante sobretodo la gran sala de colunnas, de estilo neo-gotico.
El  Café Central volvió a abrir sus puertas, pero no lo hizo en el patio  interior del palacete, donde estaba antiguamente, sino en la antigua  zona de ventanillas de un banco.
           
A  la entrada se encuentra la estatua del "cliente fiel", segun la  inscripción representa al poeta Peter Altenberg con sus grandes bigotes  (parece una morsa).
 Con el paso del tiempo las costumbres cambiaron, nuevos tipos de Cafés se pusieron de moda:
- Algunos ofrecian el café con pasteles de todo tipo.
- Otros, los "Cafés-restaurantes", estaban especializados en la cocina tipica de Viena.
-  O los "Cafés-expreso", ideales para la gente con prisa, que solo tenian  tiempo para tomar un café en la barra sin necesidad de sentarse en una  mesa.
Hoy  los cafés se han puesto de moda, en encuentran diseminados por toda la  ciudad, son los lugares de encuentro de los jovenes vieneses.
Si pieden un café, los tipicos son:
- Kleiner Schwarzer - una taza de café.
- Grosser Schwarzer - una taza grande de café.
- Kleiner Brauner - una taza pequeña de café con un poco de leche.
- Grosser Brauner - una taza grande de café con un poco de leche.
- Melange - café con leche.
- Einspänner - café negro con nata.
- Kapuziner - café negro con nata y un poco de cacao.
Los  animales son aceptados, en una mesa continua a la mia se sentó una  pareja con un perro, el camarero enseguida se acerco con un recipiente  de agua para el perro, despues le preguntó a sus dueños lo que deseaban  tomar.

Si  algun dia tienen la ocasion visitarlo, pidan un "Einspänner", tomen su  tiempo para leer el periódico o un libro, un ambiente literario emana de  él, vereis como el tiempo se queda suspendido, os sentiréis como en la  Viena de hace unos siglos.
No sabía la historia de este café, del que tenía conocimiento por el ajedrez. Una Alemana, Amalia Pausel, jugó ajedrez en ese café, durante el siglo XIX a pesar de que era mal visto que las mujeres entraran en los café.
ResponderEliminarComo siempre me voy aprendiendo algo nuevo.
Saludos
En Valencia conozco un café, no muy grande, situado en el bajo de una antiguo edificio de vecinos, decorado en un estilo tirando a barroco, con un ambiente decadente, pero muy agradable, donde sirven un "cafe vienés" buenísimo, con un poco de canela en polvo sobre la nata. Una delicia.
ResponderEliminarUna de las cosas que más me gusta hacer, y lo hago menos de lo que me gustaría, es leer el periódico, con calma, sentado a la mesa de uno de estos cafés. Besos María.